La figura de la Santa Muerte es, sin duda, una de las más fascinantes y, a la vez, más incomprendidas en el panorama espiritual actual. A menudo, periodistas y creadores de contenido la
abordan desde el sensacionalismo, basando su identidad en lo que superficialmente han visto u oído. Sin embargo, para ir más allá de las improvisaciones y suposiciones, es fundamental entender la
verdadera esencia de la Muerte y, por extensión, de la Santa Muerte.
La Muerte: Una Creación Perfecta y Necesaria
Desde una perspectiva profunda, la Muerte es una creación perfecta del mismísimo Creador. Desde los albores de la vida, y acompañada de la biología, su necesidad se hace evidente. La muerte es
un indispensable para los ciclos naturales e incluso esencial para la vida misma, permitiendo la renovación y el equilibrio en el ecosistema y en la existencia.
Este suceso trascendental, donde el cuerpo se abandona para que el alma migre, siempre ha sido admirado como algo impactante. Su relevancia llevó a civilizaciones ancestrales a prestarle
atención, considerándola una entidad más allá de un simple suceso. Reconocían su presencia acertada en los tiempos perfectos, orquestados por un poder superior. Observar cómo trabaja y actúa se
convierte en algo admirable y reconocido por aquellos que la comprenden.
Fanatismo Religioso vs. la Dualidad de la Existencia
El paso de los años trajo consigo la manipulación del hombre en su intento por conocer de manera absolutista la palabra de Dios. Esto llevó a la separación de quienes creen en el mismo Dios,
conformando diversos grupos, principalmente protestantes evangélicos conservadores. Estos grupos han optado por un camino de adoctrinamiento, llegando a desafiar principios básicos como el origen
de la vida propuesto por Charles Darwin, al seguir ciegamente los principios de Adán y Eva.
Esta postura descarta casi la mitad de los textos sagrados que estudian, mientras que la otra mitad es una teoría que se extiende más allá de la vida, prometiendo desde la muerte un premio en
el paraíso divino o un castigo en el infierno. Estos conceptos son una clara forma de control sobre la espiritualidad y la fe, llevando a que todo lo que no es reconocido por su secta, bajo sus
creencias y las de sus líderes religiosos, sea catalogado como "pagano" o "del demonio".
Incluso se atreven a decir que la imagen de la Santa Muerte "ha sido vencida", como si alguien después de la muerte siguiera existiendo hasta este año como un zombi o un "muerto viviente". Sus
teorías solo se interpretan bajo su condición de fanatismo religioso que asegura que solo Dios tiene un poder absoluto. Sin embargo, no quieren comprender que el mismo mal es su creación y está
autorizado para que exista una dualidad en el universo.
La Santa Muerte: Más Allá de Etiquetas Limitantes
La Santa Muerte no se limita a ser un ángel, porque no solo encamina las almas bondadosas o buenas. Tampoco es meramente un demonio, porque llega a los inframundos para llevar las almas más
corrompidas. Su función es universal, imparcial y abarca la totalidad de la existencia, trascendiendo las clasificaciones humanas de "bueno" o "malo".
Es lamentable que, a estas alturas, se siga cuestionando su figura con una influencia adoctrinada del cristianismo, que a menudo exhibe errores cometidos por sus propios pastores, desde el
robo a través del diezmo hasta casos de abuso. Es una vergüenza que no reconozcan que la esencia del alma humana va más allá de lo que representa un culto.
La Santa Muerte es una entidad que existe, y solo podrá ser abordada y comprendida por quienes tienen la experiencia de profundizar y trabajar con ella. Su gran poder hace posible que se
encuentre en ella una imagen bondadosa que actúa como un puente de comprensión, sin juzgar maneras o formas de vida. Ella abarca la totalidad del ser y su destino final, sin importar los juicios
humanos.